Criando a nuestros hijos en un contexto de gozo y amor.

¿Cuál es el contexto en el qué aplicas lo que crees en cuanto a la educación de tus hijos en tu hogar?

Muchas veces entendemos los principios bíblicos y adoptamos ciertos métodos para aplicarlos según la sabiduría que Dios nos da en cada situación, pero el contexto debe ser siempre el mismo: gozo.

El gozo es el segundo fruto del Espíritu (Gal.5:22-23), el gozo es lo que llena el alma del creyente cuando ha sido perdonado. Una vida de gozo debería de ser, por lo tanto, una vida caracterizada por este fruto  en el hogar cristiano.

Lamentablemente el gozo no siempre está presente en los hogares de las familias cristianas. El cumplir ciertas reglas, el hacer ciertas cosas de cierta manera, el trabajo diario, la monotonía de la rutina, el miedo a caer en las cosas del mundo, el miedo a fallar, los afanes de la vida, todo éso se encierra entre cuatro paredes y ahogan el gozo.

Llenar nuestro hogar del gozo del Señor no es algo que es fácil, no es algo que se nos da naturalmente. Es por eso que es un fruto del Espíritu, es un fruto que primero tiene que manifestarse en la vida individual de los padres a través de la obra del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios en nuestras vidas.

Todas sabemos que una mamá no puede pretender estar gozosa; el gozo de Dios no se puede falsificar. Cuando veo a mi amiga, a una mamá paciente y gozosa en su cocina, preparando la cena para sus amigos, dando de cenar a su hijito de dos años después de haber bañado a sus otras dos hijitas de menos de siete, mientras lleva una bebé de 30 semanas en su vientre, estoy segura que delante de mí tengo a una mujer que pasa tiempo en la Palabra y que permanece en la Palabra.

No importa si tienes hijos chicos o jovenes, o si solamente son tú y tu esposo ahora, tu responsabilidad delante de Dios es habitar en la Palabra para que lleves mucho fruto -incluyendo el fruto del gozo y para que tu fruto permanezca, que no sea un fruto pasajero que se derrumba ante la primera inconveniencia.

Hay cosas prácticas que podemos hacer para cultivar el gozo en nuestras familias.


Primero, como ya lo mencioné, pon todo esfuerzo para habitar en la Palabra de Dios. No la visites solamente, habita en ella para que ella habite en ti y puedas llevar mucho fruto que permanezca.

Segundo, sé agradecida y contagia ese espíritu de agradecimiento en tu hogar.  El agradecimiento es el antídoto en contra del resentimiento y la ira. ¿Qué oyen tus hijos salir de tu boca todo el tiempo? ¿Agradecimiento o resentimiento? Tristemente en muchos hogares cristianos lo que se oye no son risas, sino quejas y gritos que surgen de corazones amargados que no conocen la gratitud y el contentamiento, corazones que están lejos de una vida llena de gozo.

Siempre hay en Cristo un salida a nuestros problemas, y siempre la salida está señalada con la palabra "arrepentimiento". En Cristo hay perdón siempre, y es por eso que en Él hay gozo abundante (lee Juan 15:10-12).

Cuando nos hemos arrepentido delante de Dios, podemos entonces comenzar arar la tierra para desarraigar las raíces de amargura y sembrar gratitud no solamente en nuestra propia vida sino en la vida de nuestros hijos. Podemos hacer cosas muy practicas como escribir cada día las cosas por las cuales estamos agradecidas en lo particular. Podemos hacer una práctica a la hora de la comida o de la cena de decir (cada miembro de la familia) porque estamos agradecidos ese día. Sería bueno ser  muy específico. Es más fácil decir cosas generales como, "estoy agradecido por la vida  y mi familia" que decir, "Estoy agradecida por mi hija que me ayudó a preparar el desayuno, por mi esposo que fue  a trabajar hoy y perseveró con diligencia, y por mi hijo que me ayudó a sacar la basura y cargar las bolsa del supermercado sin que yo se lo haya pedido."


Un hogar lleno de gratitud es un hogar en el que el gozo se multiplica y el resentimiento no puede echar raíces. 

Tercero, cuando tengas días difíciles, cuando tus hijos no sean obedientes, cuando tus miedos parezcan una realidad, pon los ojos en Jesús, en las promesas divinas, en que Dios es soberano sobre tus hijos, sobre tu familia. Mantén tu gozo firme manteniendo tus ojos en la Fuente de gozo eterna.

Gracia sobre gracia,

Becky


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