Hablando de Hospitalidad




Mañana nos llegan a visitar de otro país una amiga y su hijo de 16 años y estamos muy emocionados de poderlos hospedar por una semana. Abrir nuestra casa para amigos cercanos y amigos que viven en otros países se ha convertido en un sello de nuestra familia. Es algo que hemos aprendido a hacer poco a poco, y como todo, sabemos que hay muchas cosas que nos falta aprender por acerca de la hospitalidad.

Mientras planeo todo, desde el menú hasta los lugares que visitaremos, he pensado que sería de bendición compartir algunas de las cosas que he aprendido acerca de la hospitalidad. Muchas cosas las he aprendido al ser anfitriona y otras al ser huésped en otras casas en otros países)

Primeramente recordemos que la hospitalidad es un mandato y un privilegio  para los creyentes:

"No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles"             Hebreos 12:2


Me pone a pensar que dice, "no os olvidéis de la hospitalidad". A la iglesia de los hebreos se les olvidaba ser hospitalarios, lo mismo que a nosotros hoy. Muchas veces tenemos intenciones de invitar a comer, o a tomar un café a una familia de la iglesia a nuestra casa y se queda en un plan en nuestra mente, nunca llega al calendario porque se nos olvida hacerlo. Se nos olvida que es importante.

Ahora vamos a algunas ideas practicas y muy simples. La Biblia nos dice a lo creyentes que no nos olvidemos de la hospitalidad y punto. Lo que significa que no importa si tenemos una casa grande o una casa chiquita. No importa si tenemos una situación económica  que nos permita servir salmón a nuestros invitados o simplemente invitarlos a tomar un rico chocolate caliente y pan dulce. 

El problema es que se nos olvida que la hospitalidad es acerca de los que nos visitan y no acerca de nosotros. Por eso muchas veces nos estresámos horriblemente, porque nos preocupamos demasiado en "nosotras", en lo que van a decir de "nosotras", en lo que van a pensar de "mi" comida y de "mi" casa. La verdad es que eso no es más que egoísmo y orgullo. La casa que tenemos nos la ha dado Dios, la provisión que tenemos viene de la mano del Señor, y cuando nos da pena invitar a otros hermanos a nuestra casa, por miedo de "lo que dirán" entonces estamos siendo desagradecidas con Dios y con la provisión que viene a través del trabajo de nuestro marido. Con mucha tristeza, me ha tocado ir a casas de creyentes en las que los anfitriones te reciben con las palabras "Bienvenidos a nuestra pobre casa" con una entonación de voz triste y amarga. O al sentarte a su mesa se disculpan por servir algo modesto. Por favor no hagamos ésto. Recibamos a nuestros invitados con una sonrisa, con cariño, agradecidos con Dios porque nos da la oportunidad de ser hospitalarios y nos provee para compartir el pan alrededor de la mesa.

Así que, reconozcamos que en la situación en que estemos viviendo, con mucho o poco, en lujos o en austeridad podemos y debemos practicar la hospitalidad con un corazón agradecido.

Cuando planeemos tener invitados (Cristianos o  no) preparemos el menú con anticipación, y de ser posible, adelantemos lo que se pueda cocinar con anterioridad para que ese día podamos sentarnos a disfrutar la compañía. No te recomiendo que planees servir algo que se tiene que preparar al momento, porque eso te va a quitar tiempo de estar con tus invitados.  Planea cosas ricas, pero fáciles de servir y presentar. 

Es lindo y muy importante poder involucrar a nuestros hijos cuando vamos a tener visitas. Los hombres pueden ayudar con lo más pesado, mientras las hijas nos pueden ayudar a planear el menú e inclusive a cocinar y poner la mesa. Ten cuidado de no querer hacer las cosas "tan perfectas" que todo el ambiente de tu hogar previo a la llegada de tus invitados, sea horrible, lleno de tensiones. Que sea un gusto no solo tener invitados, sino preparar todo antes de que nuestros invitados lleguen. Que tus hijos vean que ser hospitalarios es un gozo y no algo que quisieran evitar a toda costa.

De verdad se trata de disfrutar la compañía, así que si algo no sale como lo esperabas, opta por reírte. Es verdad, la risa ayuda a aliviar el estress en el momento en el que nos damos cuenta de que se nos olvidó ponerle sal a la sopa, o ¡azúcar al pastel de chocolate! (Ya me sucedió ésto)

Recuerdo cuando en unas fiestas de Navidad y Año Nuevo tuvimos a una familia de 8 hospedados en nuestra casa y la primer mañana, cuando se trataron de bañar, no salía agua caliente ¡El calentador se había apagado durante la noche! De verdad que la risa fue nuestro remedio y ahora nos seguimos riendo de lo que sucedió.

Disfruta a tus invitados, ellos van a estar felices con lo que les ofrezcas; así que planea estar con ellos y no en la cocina. Recuerda que puedes organizar cosas tan sencillas como invitarlos a tomar una merienda o tu pastel favorito acompañado de café o te.

Becky

Comentarios

  1. Me gusta recordar que lo que tenemos nos lo ha dado el Señor, ésta es Su preciosa provisión :)
    Y la hospitalidad igual que como comentas es algo que estamos aprendiendo a disfrutar, haciendo todo como para el Señor :)
    Gracias Becky , un beso.

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  2. Gracias a ti por este espacio, en particular este tema , Gaby

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