La Esposa de un Diácono
Caminando Con Dios
por Norma
I Timoteo 3:1-8
"Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia.
Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles.
Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo.
Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas.
Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús".
El día de ayer, mi esposo fue electo Diacono de la iglesia. Estamos felices, pero entre más lo pienso, más me doy cuenta del trabajo que esto implica...
La parte de las responsabilidades de la esposa y los hijos es la que me tiene pensando y meditando. El morir a mi misma; éste es el trabajo más difícil y doloroso que he hecho en mi vida; porque cuando finalmente, después de batallas contra mi carne y mi mente; mis deseos y mi rebelión... creo haber llegado a matar cierto pecado dentro de mi.... otros parecen apaecer y la batalla empieza otra vez.
Creí haber ganado, pero veo que en verdad estoy empezando... que no he rascado ni la costra de lo que esta dentro de mi.
Creí haber ganado, pero veo que en verdad estoy empezando... que no he rascado ni la costra de lo que esta dentro de mi.
Hay tanto que necesita ser cambiado y transformado.
En cada batalla no puedo ni descansar, ni dormir, porque ese pecado tampoco descansa, ni duerme...trabaja a todas horas, todos los días, quiere ganar terreno dentro de mi corazón... y es por eso que es una batalla constante contra mi carne y mis deseos.
Una batalla imposible de ganar de no ser por Jesucristo que la pelea por mi.
Una batalla imposible de ganar de no ser por Jesucristo que la pelea por mi.
Al ver mi condicion y mi carácter y lo bajo que le llego a la medida descrita en Su Palabra respecto a la esposa de un diácono, me humilla el ver, cómo es sólo por la gracia de Dios que podemos servirle con este corazón que tan fácilmente se distrae y tan fácilmente le es infiel, buscando placeres en las cosas de este mundo en vez de el venidero.
El hecho de que Él vea en nosotros unas vasijas de barro útiles para Su servicio, me humilla y llena de gratitud (gracias a Dios que Él escoge en Su sabiduria quién ha de servirle, porque si fuera por mi.... yo no hubiera escogido a esta pareja... conozco a mil otros que son mas calificados que nosotros para la obra del ministerio....).
La suerte le pertenece a Él; Él hace lo que le place. Y por eso le doy gracias, porque por lo que se ve, no soy una esposa muy moderada que digamos y además cargo mis emociones muy cerca de mi. Me falta mucho control propio y mi lengua tiene que ser atada con un freno de caballo... ¡Oh, cuánto me falta por morir!, ¡cuánto necesito de Su gracia! y ¡cuánto me falta por crecer!
El Señor sabe y conoce mi corazón y lo feliz que estoy de poder servirle a través de mi esposo. Que yo no sea nada más que un instrumento dando testimonio de Jesucristo en todas mis acciones, reflejando en mi vida y en la vida de mis hijos su liderazgo y que Él sea exaltado en su servicio y yo humillada en mi sevicio.
Amén.
Norma.
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