Hoy en La Historia


Octubre 31, 1517

El reloj de Dios, el tic-tac que no oimos porque nuestros ojos están clavados en nuestra vida diaria, en el hoy, resonó hace casi 500 años. El reloj se llama Providencia.

Providencia,
Suprema sabiduría de Dios que rige el mundo y a los hombres y cuida de ellos.
♦ Se escribe con mayúscula:  Divina Providencia. 

Un hombre, sin ni siquiera imaginarlo, encomienda su vida a Santa Ana, a alguien que no podía oirlo, y entrega su vida al monasterio.  ¿Quién podría imaginarlo, Martín Lutero, un católico romano apasionado, sería usado para traer grandes cambios en la historia del mundo, en la historia de la iglesia?



No debería de sorprendernos, Dios ya lo había hecho antes; escogío a un perseguidor de la iglesia, al más acerrimo perseguidor, Saulo de Tarso, para traer cambios. ¿Quién lo iba imaginar?

Pero la Providencia Divina ha estado ahí; el reloj de Dios no se detiene; continua y debemos descansar en Él. La Providencia de Dios que llevó a este monje a clavar sus tésis en el lugar exacto, en el momento exacto, hoy nos tiene aquí. Y sin embargo, es muy triste ver que muchos que claman ser creyentes se niegan a abrazar las doctrinas que encontraron un nombre en la Reforma. Creen que pueden separarse de su pasado, de la herencia que Dios nos dejó en hombres como Él y Calvino.



Deseo enseñar a mis hijos a conocer nuestra historia, el legado que estos hombres, bajo la Providencia de Dios, nos han dejado. Anhelo que amen la historia de la Iglesia, la doctrina de los Apóstoles, que reconozcan la Providencia de Dios.

Que sean hombres y mujeres dispuestos a morir, si es que en la Providencia de Dios, enfrentan pruebas como nuestros padres antes que nosotros. Que sean libres del temor a los hombres y teman solamente a Dios.



Las últimas de palabras de Lutero ante la Dieta Imperial de Worms, fueron:

"Si no se me convence mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón - porque no le creo ni al papa ni a los concilios ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a si mismos -, por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable. ¡Dios me ayude, amén!" 

¡Que Dios me ayude a criar hombres y mujeres ligados a la Palabra de Dios!

Amén


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